Dirigir un negocio es muy parecido a criar a un niño. Pones tu corazón y tu alma en ello, esperando ver el éxito y la felicidad en el otro extremo. Por cada triunfo y cada derrota, te lo tomas como algo personal.
Un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard encontró que las reuniones cara a cara son 34 veces más exitosas que simplemente usar el correo electrónico.